El PRI y la universidad tomada

 

México

La Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex) atraviesa un momento crucial. Lo que en apariencia es una elección más de rectoría, en realidad es una batalla por el control de una institución que desde hace décadas ha sido capturada por intereses ajenos a la educación. Esta vez, los protagonistas tienen nombre y partido: el PRI.

La candidatura de Paty Zarza no responde a una trayectoria académica destacada ni a un respaldo auténtico de la comunidad universitaria. Su postulación encarna la continuidad de un sistema de poder que ha utilizado a la universidad como una extensión de su influencia política. Quien realmente está detrás de esta candidatura es Raymundo Martínez Carbajal, exalcalde de Toluca, actualmente bajo investigación judicial. A su lado opera Jorge Olvera García, exrector que aún mueve hilos como si la institución fuera de su propiedad.

Ambos representan un modelo agotado, pero que se resiste a morir: el de la universidad como botín político. Durante años, la UAEMex ha sido utilizada para repartir favores, otorgar contratos, manipular plazas laborales y proteger a aliados estratégicos. Lo más alarmante es que esta injerencia no solo ha sido tolerada desde adentro, sino, en muchos casos, promovida.

La autonomía universitaria, lejos de proteger el pensamiento crítico, ha sido utilizada como escudo para preservar privilegios y bloquear cualquier intento de reforma real. La UAEMex, más que un centro de pensamiento libre, se ha transformado en una estructura cerrada, donde el disenso se castiga y la sumisión se premia.

Lo que está en juego con la posible llegada de Zarza a la rectoría no es un simple relevo administrativo. Es la legitimación de un proyecto político que vacía a la universidad de su esencia educativa y la convierte en una herramienta de supervivencia para un priismo en decadencia. Mientras el Estado de México experimenta alternancia política, su universidad más emblemática parece anclada en el pasado.

La comunidad universitaria tiene ante sí una disyuntiva histórica: alzar la voz o resignarse al silencio. Si estudiantes, profesores y egresados no defienden su institución, terminarán siendo cómplices de su degradación. Porque cuando una universidad deja de ser un espacio para el pensamiento y se convierte en territorio de complicidades, no solo pierde su misión, también pierde su alma.

Hoy más que nunca, la UAEMex necesita recuperar su dignidad. No como bastión de un partido, sino como espacio de libertad, de pluralidad y de transformación.

Fuente: Redes

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