Físicos británicos fabrican violín microscópico como prueba de tecnología de punta


 Mosaico

Investigadores del Departamento de Física de la Universidad de Loughborough, en el Reino Unido, han desarrollado un violín microscópico de apenas 35 micras de longitud y 13 micras de ancho, dimensiones tan reducidas que caben dentro del diámetro de un cabello humano. El instrumento, fabricado en platino, representa una muestra de precisión tecnológica y no está destinado a fines musicales, sino como prueba de concepto del sistema de nanolitografía más avanzado de la institución.

Esta iniciativa, según los responsables del proyecto, busca demostrar el potencial de las nuevas herramientas de fabricación a nanoescala que ahora integran el laboratorio, y que serán clave en investigaciones orientadas al desarrollo de materiales de última generación y tecnologías emergentes en el ámbito de la computación, la energía y la ciencia aplicada.

“El violín puede parecer un experimento lúdico, pero ha sido fundamental para validar procesos críticos que aplicaremos en investigaciones de alto impacto”, explicó la profesora Kelly Morrison, líder del proyecto y jefa del departamento. “Con este sistema podemos analizar cómo se comportan los materiales bajo estímulos de luz, magnetismo o electricidad, lo cual nos da una base científica sólida para innovar en múltiples industrias”.

El diseño, inspirado en la expresión irónica popular “¿Puedes oír el violín más pequeño del mundo tocando solo para ti?”, forma parte del proceso de entrenamiento con el NanoFrazor, un dispositivo de litografía térmica de alta resolución fabricado por Heidelberg Instruments. Este equipo permite esculpir estructuras con una punta caliente que graba sobre materiales fotosensibles a escala nanométrica.

La fabricación del violín implicó recubrir un microchip con capas de resina, sobre las que se “escribió” el patrón del instrumento. Posteriormente, el diseño fue desarrollado químicamente para formar una cavidad, sobre la que se aplicó una capa de platino. Un lavado final con acetona reveló la figura completa del violín.

Todo el procedimiento se llevó a cabo en un entorno altamente controlado, dentro de una caja hermética con atmósfera libre de humedad y polvo. El traslado del chip entre las distintas etapas del proceso se hizo mediante manipuladores mecánicos de alta precisión operados desde el exterior.

Aunque el dispositivo no es funcional como instrumento musical ni ha sido aún certificado oficialmente como el violín más pequeño del mundo, sí representa un hito en términos de escala y detalle. Su construcción completa toma aproximadamente tres horas, aunque el equipo invirtió varios meses en pruebas y ajustes para lograr la versión final.

Este avance posiciona al centro británico como un referente en tecnologías de nanofabricación, al tiempo que ilustra de forma tangible el potencial de la ciencia aplicada a lo minúsculo.

Fuente: Jornada

Artículo Anterior Artículo Siguiente